Grandes carreras de la humanidad: GP de Monza 1971

- febrero 8, 2021
HISTORIA
Bienvenidos a una nueva serie de Autolegends sobre cosas que molan del automovilismo. Si os gustaron los “Parecía que sí, pero al final no” (marca registrada) y “La historia del Grupo S”, esta vez os presentamos “Grandes carreras de la humanidad”. Porque ahora que muchas competiciones aparentemente están de capa caída y son tan emocionantes como un enema de wasabi o ver una pelea de Conor McGregor contra un niño de cinco años vestido de Doraemon (lo del wasabi nos parece bastante emocionante, pero desagradable), queremos hacer ver al mundo que esto nunca fue así (ni tiene porque seguir siéndolo). Porque el automovilismo es un deporte apasionante que desborda emoción si le quitas todas esas irrelevantes capas de patrocinadores, plácidas escapatorias, Bernie Ecclestone, derechos televisivos, fotos molomuchisimo en redes sociales, reglamentos ridículos, himnos nacionales, circuitos de Tilke y más Bernie Ecclestone.
Como siempre, en Autolegends abogamos por lo clásico en lo que a las cuatro ruedas se refiere. Hagamos un poco de historia. Un repaso por algunos de los momentos más memorables de la automoción, de esos que crean afición. Amigo, si la Fórmula 1 actual te resulta innecesariamente aburrida, este es tu espacio. Te traemos automovilismo del bueno, carreras de esas que es una pena haberse perdido; carreras de las desayunar sexo. Competición en la era de la incorrección, cuando el sexo era seguro y conducir peligroso. Remontadas históricas, finales de infarto, lecciones de pilotaje y un buen puñado de adelantamientos realmente excitantes. Las siguientes semanas os traemos EMOCIÓN. El único y verdadero motivo por el cual nos apasiona ver a tipos jugándose la vida al volante de cosas que podrían matarlos, más preocupados por encontrar el hueco que por publicar fotos de su batido de chía con sus Bulldogs ingleses veganos.
Periódicamente os iremos ofreciendo algunas de las que consideramos mejores carreras de la historia contadas, claro, desde nuestra particular visión de este loco deporte. Esperamos que disfrutéis de todas y cada una de ellas y que vibréis con los videos como si fuese la carrera del próximo domingo.
Bienvenidos al automovilismo escrito con mayúsculas, bienvenidos a Autolegends.

MONZA 1971 – El final más ajustado
Nunca se ha visto nada igual como lo que ocurrió en el circuito de Monza el 5 de septiembre de 1971. Literalmente, nunca. Y no lo digo por ser la carrera aquella en la que participó un monoplaza impulsado por una turbina de gas (aquel Lotus 56B de Fitipaldi con tracción total). Sino porque fue el GP de Fórmula 1 con el final más ajustado de la historia. Algo épico. Una lucha final con 5 coches entre los que, al caer la bandera a cuadros, solo les separaba 0´61 segundos. Quizás si hoy en día fuese posible eso en la F1 otro gallo le cantaría a la categoría. Lo mismo hasta me volvía a aficionar. Bueno, y también si mi amigo Agag dejase de jugar a los cochecitos eléctricos, que para ver carreras así me basto con la Switch. O la NES. Los coches eléctricos solo para el Slot, por favor. Incluso si alguien no hubiese puesto en marcha la estúpida idea esa de la Roborace todo sería mejor. Así comenzó Skynet. Avisados estáis.
Para aquel 1971, poniéndonos en contexto, la parrilla estaba compuesta por pilotos de los de verdad. Me refiero al tipo de gente que, bueno, ya sabes, desayunaban cerveza, o sexo, o directamente no desayunaban y se echaban un cigarro antes de ponerse el mono. Stewart, Siffert, Pescarolo, Ickx, Hill… En aquella carrera el campeonato estaba más que decidido con Jackie Stewart amasando una cantidad de puntos indecente sobre el segundo y tercero, Peterson e Ickx; así que era buen momento para que hiciesen algo los que no se jugaban nada.
Y, como aviso de lo que estaba por llegar, ahí estaba Chris Amon y su Matra con ganas de aguarle la fiesta a Ferrari en su propia casa. Se volvió loco en la qualy, le puso un motor de curvatura a su coche francés, y consiguió la vuelta más rápida jamás alcanzada por un coche en clasificación: 1:22.44. Como decía, un aviso, porque la carrera acabaría como el GP con mayor velocidad media de la historia alcanzando los 252 km/h. Eran los días en los que Monza tenía una interminable recta de meta sin chicanes que conectaba la Curva Parabólica con la Curva Grande. Ideal para salir de la Parabólica con el pie a fondo y terminar la recta en un flirteo con velocidades de avión de acrobacias y saludando a la muerte con un abrazo de esos que das a un amigo que hace tiempo que no ves.


1971 sería testigo de una carrera muy loca. El día comenzaría con remontada de Ferrari gracias a Regazzoni y su pelo del pecho (y de su labio superior), que salían desde la cuarta línea de parrilla (octavo en clasificación) pero se pusieron casi de inmediato en cabeza. Sin embargo, en solo tres vueltas Ronnie Peterson se hacía con el primer puesto, aunque perdería la cabeza en la vuelta 7 a favor de Jackie Stewart. Pero a partir de la vuelta 16 todo se desmadró con los sucesivos abandonos de los favoritos: Regazzoni, Ickx, Stewart y Hill. Chris Amon se ponía líder y hacía valer el ritmazo exhibido en la qualy.
No obstante, a poco más de 10 vueltas del final, Amon cometió el error de arrancarse del tirón todas las láminas protectoras de la visera, lo que le hizo perder su ventaja sobre la manada de hienas que tenía detrás. Efectivamente, se había formado un grupo perseguidor compuesto por Peter Gethin, Ronnie Peterson, François Cevert, Mike Hailwood y Howden Ganley. Olieron la sangre rápido y, cuando cazaron a Amon, se armó la de dios es cristo. Una pelea a cara de perro que duraría hasta el final de la carrera y durante la cual intercambiaron en varias ocasiones el primer puesto. Adelantamiento tras adelantamiento, casi con los coches tocándose, aquello parecía una carrera de la NASCAR aprovechando los rebufos en la Parabólica para salir lanzados.

Tras 10 vueltas frenéticas intercambiando posiciones, el gato al agua se lo llevaría el menos esperado, alguien que no había ganado jamás un GP de F1 (y que no lo volvería a hacer). Peter Gethin con su BRM P160 que salía, ni más ni menos, desde la undécima posición. Pero tenía cierta ventaja porque, gracias a una relación de cambio modificada, podía alcanzar la velocidad punta ligeramente antes que el resto. Inteligente manera de sacar provecho del BRM a la salida de la Parabólica cuando te lo juegas todo al final… Y así pasó, pese a una velocidad máxima inferior, el inglés remontó desde el centro de aquel follón de monoplazas a pocos metros de la meta y logró la victoria. Encima solo era la segunda carrera que participaba con aquel coche después de haberse marchado de McLaren porque sus coches eran, bueno, latas con ruedas. Pero a base de rebufos fue capaz de ir escalando posiciones y meterse en la pelea del grupo de cabeza, liderando solo durante 3 vueltas de las 55 del Gran Premio. Inmediatamente después de Gethin pasaría la línea de meta Ronnie Peterson a tan solo 0,01 segundos. ¡De locos! Tercero sería Francois Cevert a 0,09 segundos, cuarto Mike Hailwood, a 0,18 segundos y, cerrando el quinteto, Howden Ganley a 0,61 segundos del ganador.
Como decía al principio el Campeonato estaba decidido y era buena carrera para los pilotos que no se jugaban nada (a excepción de Peterson que se pondría segundo en la general). Y menudo espectáculo que dieron… ¿Cuándo fue la última vez que viste a varios pilotos luchar por la victoria hasta el último suspiro? Que no haya sido en la Senda Arcoíris, queremos decir.
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